¿Qué es la Rebelión Cristera en México?

La Rebelión de Cristera, un levantamiento campesino de 1926 a 1929, llevó a México al borde del caos político. Los Cristeros en general vieron el conflicto como una guerra religiosa contra el anticlericalismo del gobierno mexicano.

Este anticlericalismo se originó en el norte de México, donde empresarios de estilo norteamericano, conversos protestantes y políticos ambiciosos construyeron un movimiento para transformar su nación tradicionalmente católica en un centro de expansión económica secular.

El principal defensor del movimiento, Plutarco Elías Calles (presidente de México, 1924–1928), impuso rígidas regulaciones a la iglesia, que incluían el registro de sacerdotes y el cierre de escuelas eclesiásticas. La iglesia respondió con una huelga, el cese de los servicios religiosos, que causó un pánico entre los fieles. En Jalisco y en los estados vecinos del centro de México, este pánico provocó una rebelión campesina.

El gobierno afirma que los rebeldes eran herramientas supersticiosas de intrigantes sacerdotes, en gran parte propaganda. Solo unos 45 de los 3,600 sacerdotes en México apoyaron la rebelión.

Los cristeros eran campesinos indígenas y mestizos, cuyos motivos de rebelión se mezclaron. La mayoría actuó para defender su fe contra un estado secular expansivo, mientras que otros aprovecharon la oportunidad para exigir una reforma agraria más amplia.

Las primeras victorias del ejército mexicano ocultaron la profundidad del apoyo popular a los rebeldes. Para julio de 1927, aproximadamente 20,000 rebeldes operaban en pequeñas bandas de guerrillas descoordinadas que perdieron varias escaramuzas pero crecieron en número.

Los Cristeros se trasladaron a un nuevo nivel de acción militar bajo el liderazgo de Enrique Gorostieta, un oficial militar profesional que desarrolló unidades disciplinadas para enfrentar al ejército con tácticas de campo de batalla convencionales. Su ataque a Manzanillo en mayo de 1928 obligó al ejército federal a introducir varios regimientos para evitar una gran derrota.

El ejército federal lanzó una ofensiva en Jalisco en diciembre de 1928, pero los Cristeros simplemente abandonaron el área para escapar de la superioridad del ejército en número y poder de fuego. Los soldados frustrados atacaron y saquearon las aldeas locales, cuyos habitantes indignados en realidad fortalecieron la base de apoyo Cristero.

La ofensiva más grande de Gorostieta culminó en la batalla de Tepatitlán el 19 de abril de 1929, cuando José Reyes Vega (uno de los pocos sacerdotes católicos activos en la lucha) comandó una fuerza de 900 hombres que derrotó a un contingente federal más de tres veces su tamaño.

En 1929 la lucha fue estancada. El gobierno mexicano vio que una victoria completa en el campo era poco probable debido al apoyo popular masivo de los rebeldes en sus distritos locales. Sin embargo, a pesar de sus 50,000 reclutas, los Cristeros no tenían los recursos para derrocar al gobierno central, que contaba con el apoyo de los Estados Unidos .

El final de la revuelta llegó desde el exterior. Un gobierno mexicano, reacio pero agitado, atendió las súplicas del embajador estadounidense Dwight Morrow y llegó a un acuerdo con representantes de la Iglesia Católica en México y Roma.

El gobierno relajó sus regulaciones administrativas, y el 21 de junio de 1929 el clero católico reanudó el culto público. Para septiembre de ese año los cristeros se habían disuelto.

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