Mitos de México
Los mitos de México forman parte de la cultura del país; muchos de los cuales se han conservado gracias a la transmisión oral de generación en generación.
Si quieres conocerlos, a continuación, te presentamos algunos de los mitos de México más populares:
El mito de Quetzalcóatl
Quetzalcóatl quiere decir “Serpiente emplumada” y era el principal dios de los aztecas y de otros pueblos.
Se dice que, durante un tiempo, los hombres sufrieron de una cruel hambruna; por lo que Quetzalcóatl decidió transformarse en hormiga y viajar a través del campo y las montañas para, finalmente, tomar un grano de maíz y llevarlo a los hombres. Estos, agradecidos, aprendieron a cultivarlo para usarlo como la base de su alimentación.
Por ello, Quetzalcóatl fue adorado como el dios que mostró a los hombres el maíz; salvándolos de la muerte.
El águila y la serpiente
En la mitología de los mexicas o aztecas, se cuenta que un día, recibieron la señal de su dios Huitzilopochtli; quien los instó a abandonar su lugar de origen, Aztlán, con el fin de encontrar mejores tierras dónde vivir: su tierra prometida. Para identificarla, verían a un águila devorando a una serpiente y parada sobre un nopal.
Así, los mexicas salieron en peregrinación y, después de años de vagar, llegaron a un gran lago (el lago de Texcoco), en donde la tan ansiada señal se mostró: un águila devoraba a una serpiente en un nopal que se encontraba sobre un islote.
Así, fue aquí que decidieron construir sus ciudad, Tenochtitlán; que con el paso del tiempo llegaría a ser la Ciudad de México.
El conejo en la luna
Una mañana, el dios Quetzalcóatl decidió salir de viaje por el mundo, en forma de hombre; tras caminar toda la jornada, y ya cansado y con hambre; se detuvo a mirar las estrellas y la luna. Mientras permanecía sentado, vio a un conejo comiendo cerca de él.
El dios le preguntó:
-¿Qué comes, conejo?
Y la criatura le respondió que zacate, que si gustaba un poco. No obstante, Quetzalcóatl le respondió que él no podía alimentarse de zacate.
Viéndolo triste y hambriento, el conejo se acerco a Quetzalcóatl y le dijo:
-Sé que sólo soy un conejo, pero no deseo que mueras; si quieres, puedes alimentarte de mí.
Enternecido, el dios le respondió:
-Puede que seas sólo un humilde conejo, peor hoy has tocado lo más profundo de mi corazón. Te juro que no te olvidaré. Así, tomó al conejo entre sus manos y lo elevó hasta el cielo, en donde quedó grabado para siempre en la faz de la luna.